"¿Los conflictos desvían nuestra atención de la crisis climática? No se trata de una cosa u otra."
Un desarrollo económico sostenible e inclusivo es clave para abordar la crisis climática.
La semana pasada, líderes mundiales se reunieron en los Emiratos Árabes Unidos para debatir el plan de acción urgente que nuestro mundo necesita para corregir el rumbo si queremos cumplir el objetivo del Acuerdo de París sobre el Clima de mantener el aumento de la temperatura global en 1,5 grados.
Si bien los temas principales han sido la mitigación, la adaptación y la financiación climáticas, esta COP se ha visto afectada por el ambiente de conflicto en la región. Las hostilidades en Gaza siguen estando en nuestros corazones y mentes, y siguen consumiendo energía y atención diplomáticas en la región y en el mundo.
Pero suponer que los conflictos desvían nuestra atención de la crisis climática es un error. No se trata de una cosa u otra: ambas cuestiones están intrínsecamente relacionadas. Los conflictos agravan los efectos del cambio climático y, a su vez, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación del medio ambiente debilitan cada vez más nuestro mundo, alimentando los conflictos, al menos indirectamente.
Aproximadamente el 90% del total de personas refugiadas proceden de países situados en la primera línea de la emergencia climática. La mayoría de estas personas proceden de tan solo cinco países: Afganistán, Myanmar, Siria, Sudán del Sur y Venezuela. Estos países también se encuentran entre los más vulnerables a los efectos de un clima cambiante.
También en los desplazamientos, las personas refugiadas están desproporcionadamente expuestas a los riesgos relacionados con el clima. Los países clasificados como altamente vulnerables a los efectos de la crisis climática albergan al 20% de la población mundial y, sin embargo, acogen a más del 40% de las personas refugiadas.
No emprender acción climática es no construir una paz sostenible. Y para las comunidades ya vulnerables, cada perturbación, ya sea un desastre inducido por la crisis climática o el próximo conflicto, crea nuevos ciclos de vulnerabilidad, haciéndolas menos capaces de hacer frente a la siguiente perturbación.
Es urgente abordar el hecho de que las personas que viven en entornos frágiles y afectados por conflictos a menudo se quedan al margen de la acción climática. No debería ser así.
Esto significa una mayor coherencia entre la financiación y la asistencia que se asigna a la acción climática, al desarrollo, a las actividades humanitarias y a la paz y la seguridad. Significa trabajar para garantizar que se dispone de financiación climática y que esta llega a los entornos afectados por conflictos, y también significa trabajar con las comunidades y los Gobiernos para crear un entorno propicio para la acción climática. Significa trabajar más para garantizar que la prevención de conflictos incluye consideraciones climáticas y que la acción climática tiene en cuenta los conflictos. Pero, ¿qué implica esto en la práctica?
La organización que dirijo, UNOPS, centra sus operaciones en los pilares de ayuda humanitaria, desarrollo y paz y seguridad. Implementamos proyectos en nombre de las Naciones Unidas, los Gobiernos y otros asociados, aprovechando nuestra experiencia en infraestructura, adquisiciones y gestión de proyectos. Este año, alrededor de la mitad del volumen de implementación mundial de UNOPS ha tenido lugar en contextos frágiles y afectados por conflictos. Como organización, tenemos la firme determinación de apoyar a todos los países en sus esfuerzos para hacer frente a la crisis climática e impulsar un desarrollo resiliente al clima. En contextos frágiles y afectados por conflictos, nuestra experiencia es una muestra de la importancia de la acción climática para crear las condiciones necesarias para que prosperen la paz duradera y el desarrollo sostenible.
Esta experiencia está respaldada por los estudios realizados por UNOPS y el Instituto Danés de Estudios Internacionales, que han demostrado que la infraestructura sostenible, inclusiva y resiliente desempeña un rol clave no solo para impulsar el desarrollo económico, sino también para abordar las causas profundas de la violencia y prevenir los conflictos.
Tomemos el ejemplo de Yemen, uno de los países más vulnerables del mundo al cambio climático, donde años de conflicto han socavado gravemente la prestación de servicios públicos, incluido el suministro de electricidad, con consecuencias devastadoras en todos los aspectos del desarrollo humano. En este país, gracias a la financiación del Banco Mundial, colaboramos con asociados locales para proporcionar soluciones de energía solar sin conexión a la red que estarán al servicio de escuelas, hospitales, vías públicas y viviendas. El impacto de este trabajo va más allá de restablecer el acceso a los servicios urbanos críticos para 1,4 millones de yemeníes. Significa crear resiliencia y apoyar una economía local que apuesta por la sostenibilidad. A través de la colaboración con el sector privado local, incluidas las instituciones de microfinanciación, UNOPS ha ayudado a desarrollar el mercado fotovoltaico solar a pequeña escala en el país.
Del mismo modo, antes de la escalada de violencia en las hostilidades en Oriente Medio, y en respuesta a la escasez crónica de electricidad en Gaza, UNOPS trabajó para permitir el acceso al suministro eléctrico y a los servicios de salud mediante soluciones de energía renovable. Un ejemplo de este trabajo consistió en la instalación de un sistema solar híbrido en el Hospital Europeo de Gaza para prestar servicio a unas 100.000 personas.
En Haití, donde la vulnerabilidad climática, la violencia descontrolada de las bandas y una crisis alimentaria han convertido la vida en una verdadera pesadilla para gran parte de la población, trabajamos, junto con el Banco Mundial y el Gobierno, para proporcionar una fuente de energía limpia y confiable a los hospitales de todo el país. Esta labor es especialmente importante si se tiene en cuenta que menos de la mitad de la población de Haití tiene acceso al suministro eléctrico, y sabemos que las intervenciones de salud, cuando se realizan teniendo en cuenta el conflicto,pueden contribuir a crear sociedades pacíficas.
En Sudán del Sur, el conflicto en curso, la crisis climática y una sequía devastadora hacen que dos tercios de la población, es decir, más de 7,7 millones de personas, se enfrenten a crisis alimentarias o situaciones incluso peores. En este caso trabajamos con asociados como la Unión Europea y el Banco Mundial para mejorar la seguridad alimentaria y aumentar la resiliencia. Para apoyar el comercio, colaboramos con la Unión Europea en la construcción de mercados y más de 170 kilómetros de carreteras secundarias. Construidas con materiales locales, las carreteras ayudaron a los agricultores de zonas remotas a acceder a los núcleos comerciales, lo que benefició a las empresas locales y aumentó la sensación de seguridad en la zona.
La conclusión es que un futuro mejor para las personas y el planeta requiere una acción climática que no deje a nadie atrás. Para las personas en contextos frágiles y afectados por conflictos, esa acción podría no llegar lo suficientemente pronto. En un momento en que las crisis se agravan en todo el mundo, demos prioridad a una acción climática que contribuya a la paz.
Jorge Moreira da Silva (Director Ejecutivo de UNOPS y Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas).