Cuando nuestros cuerpos se convierten en campos de batalla
Las guerras de hoy no solo se libran en los frentes de combate. También invaden los hogares, destruyen familias y comunidades, y se roban las posibilidades de un buen futuro. No solo vulneran los derechos; también arrancan sistemáticamente la dignidad humana, dejando cicatrices profundas y duraderas en la vida de muchas personas.
Incluso la guerra tiene reglas. Sin embargo, con demasiada frecuencia, estas no se respetan. Los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad que tienen como blanco a la población civil siguen siendo una realidad alarmante. Uno de los crímenes más graves y devastadores es el uso de la violencia sexual —como la violación, la esclavitud sexual o la prostitución forzada— como táctica de guerra.
La violencia sexual en los conflictos se utiliza para sembrar el miedo, humillar, dominar y destruir el tejido social de las comunidades. Las principales afectadas son mujeres y niñas pero las consecuencias afectan a todos los demás. Este tipo de violencia deja secuelas físicas y psicológicas, estigmatiza a las víctimas y perpetúa la pobreza, impactando a generaciones enteras.
En la última década, las Naciones Unidas han verificado más de 51.000 casos de violencia sexual relacionada con conflictos. Solo en 2023, se confirmaron más de 3.600 casos, lo que representa un aumento del 50 % respecto al año anterior. Los conflictos en Etiopía (835 casos) y en la República Democrática del Congo (733) fueron los más afectados. El 95 % de las víctimas eran mujeres y niñas. En el 32 % de los casos, las víctimas eran niños y niñas.
Más recientemente, se ha documentado un aumento preocupante de casos en zonas afectadas por conflictos como la República Democrática del Congo, Haití, Myanmar y Sudán. En abril de 2025, ONU Mujeres reportó un incremento del 288 % en la demanda de apoyo urgente tras incidentes de violación y violencia sexual en Sudán.
Lamentablemente, estas cifras solo muestran una parte de la realidad. La mayoría de los casos no se denuncian o no se pueden verificar, y en demasiadas ocasiones los responsables no enfrentan consecuencias.
En el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos (19 de junio), hacemos un llamado a romper el ciclo de violencia, apoyar a las personas sobrevivientes y proteger a las futuras generaciones de este horror.
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