La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve dos verdades fundamentales sobre los derechos humanos.
En primer lugar, las violaciones de los derechos humanos nos perjudican a todos.
La pandemia de COVID-19 ha afectado desproporcionadamente a los grupos vulnerables, incluidos los trabajadores de primera línea, las personas con discapacidad, las personas mayores, las mujeres y las niñas, y las minorías.
Ha prosperado porque la pobreza, la desigualdad, la discriminación, la destrucción de nuestro medio natural y otras deficiencias en el ámbito de los derechos humanos han creado enormes fracturas en nuestras sociedades.
Al mismo tiempo, la pandemia está socavando los derechos humanos, al proporcionar un pretexto para la adopción de respuestas inflexibles en materia de seguridad y de medidas represivas que limitan el espacio cívico y la libertad de los medios de comunicación.
La segunda verdad que ha puesto de relieve la pandemia es que los derechos humanos son universales y nos protegen a todos.
Para que sea eficaz, la respuesta a la pandemia debe estar basada en la solidaridad y la cooperación.
Los enfoques divisorios, el autoritarismo y el nacionalismo no tienen sentido frente a una amenaza global.
Las personas y sus derechos deben ocupar el primer plano y ser el objetivo central de la respuesta y la recuperación. Necesitamos marcos universales basados en los derechos, como la cobertura sanitaria para todos, si queremos vencer esta pandemia y protegernos para el futuro.
En mi llamamiento a la acción en favor de los derechos humanos se establece claramente el papel central que deben desempeñar los derechos humanos en la respuesta a las crisis, la igualdad de género, la participación pública, la justicia climática y el desarrollo sostenible.
En el Día de los Derechos Humanos y en todos los días, asumamos el compromiso de actuar colectivamente, con los derechos humanos como guía y referencia, para recuperarnos de la pandemia de COVID-19 y construir un futuro mejor para todos.
António Guterres