Una pequeña niña paraguaya demuestra que la inclusión educativa es posible
La iniciativa del Ministerio de Educación y Ciencias "Vamos a la Escuela" busca garantizar el derecho a la educación
Esta historia se desarrolla en la escuela San Miguel de San Pedro del Paraná, donde un pequeño equipo de docentes consigue con éxito la inclusión educativa de una niña muy especial. Cristina, de tan solo 9 años, fue por primera vez a la escuela gracias al programa Vamos a la Escuela del Ministerio de Educación y Ciencias.
La discapacidad es uno de las causas por las que en Paraguay, 1 de cada 4 niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años está fuera de la escuela, según un estudio lanzado por el Ministerio de Educación y Ciencias del Paraguay y UNICEF en 2023.
Las razones de esta problemática son múltiples: la situación de pobreza en la que viven las familias, la baja percepción de la sociedad sobre la importancia de la educación y la ausencia de servicios integrados que contribuyan a la permanencia en la escuela.
El proyecto ¡Vamos a la escuela!, liderado por el MEC trabajando con UNICEF y la Fundación Education Above All (EAA), está apoyando la matriculación y permanencia de niños y niñas en seis departamentos del país. La iniciativa cuenta con el apoyo a nivel local de Global Infancia y Fundación Alda.
Entre los grupos en mayor situación de vulnerabilidad se encuentran los niños, niñas y adolescentes con discapacidad. Se estima que al menos el 10% de los niños, niñas y adolescentes de Paraguay tiene alguna discapacidad. La falta de acceso a servicios y de diagnóstico profesional, limitados entornos de aprendizaje y pedagogías no centradas en el estudiante son algunas de las barreras que contribuyen a la exclusión. El proyecto Libros de textos digitales accesibles presenta materiales educativos digitales accesibles que permiten mejorar el acceso y participación de todos los estudiantes, con y sin discapacidad, para garantizar sus aprendizajes y tener la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
La historia que compartimos a continuación está publicada en el portal de Unicef Paraguay, donde podrá obtener más información sobre el programa.
https://www.unicef.org/paraguay/stories/cristina-la-niña-que-nos-enseña-no-ser-indiferentes
A pesar de su discapacidad, ingresó a la escuela a los 9 años
UNICEF/Paraguay/2024/Brizuela
En Paraguay, 1 de cada 4 niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años está fuera de la escuela, según un estudio lanzado por el MEC y UNICEF en 2023. Las razones de esta problemática son múltiples: la situación de pobreza en la que viven las familias, la baja percepción de la sociedad sobre la importancia de la educación y la ausencia de servicios integrados que contribuyan a la permanencia en la escuela.
El proyecto ¡Vamos a la escuela!, liderado por el MEC trabajando con UNICEF y la Fundación Education Above All (EAA), está apoyando la matriculación y permanencia de niños y niñas en seis departamentos del país. La iniciativa cuenta con el apoyo a nivel local de Global Infancia y Fundación Alda.
Entre los grupos en mayor situación de vulnerabilidad se encuentran los niños, niñas y adolescentes con discapacidad. Se estima que al menos el 10% de los niños, niñas y adolescentes de Paraguay tiene alguna discapacidad. La falta de acceso a servicios y de diagnóstico profesional, limitados entornos de aprendizaje y pedagogías no centradas en el estudiante son algunas de las barreras que contribuyen a la exclusión. El proyecto Libros de textos digitales accesibles presenta materiales educativos digitales accesibles que permiten mejorar el acceso y participación de todos los estudiantes, con y sin discapacidad, para garantizar sus aprendizajes y tener la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Cristina es una niña con discapacidad que fue a estudiar por primera vez a sus 9 años. En febrero de este año la escuela San Miguel de San Pedro del Paraná la recibió en su aula. Fue amor a primera vista: desde ese día hasta la fecha su sonrisa sigue dibujada en su rostro.
Cuando la mamá de Cristina recordó todo lo que tuvo que pasar al lado de su hija empezaron a llenarse sus ojos de lágrimas y el pecho se sintió pesado de tanta emoción. Largos suspiros y pausas, entre sorbos de tereré, fueron necesarios para recapitular lo sobrellevado al lado de su hija Cristina, a la que cría, con ayuda de sus otros hijos, en una humilde vivienda ubicada en el departamento de Itapúa, a 360 kilómetros de la capital de Paraguay.
Cristina es una niña con discapacidad que no puede hablar ni caminar porque tiene parálisis infantil. Sin embargo, se comunica a través de la mirada, sonidos y gestos. El diagnóstico médico que le dieron es retraso global del neurodesarrollo e hipoxia perinatal y su mamá nos explica que, para ella, entre todas esas palabras que eran difíciles de entender, su hija iba a ser su compañerita, su pequeña bebé para toda la vida.
Cuando referentes del proyecto ¡Vamos a la escuela! realizaron las visitas casa por casa buscando a niños que no estaban dentro del sistema escolar, contactaron con Francisca Benítez, presidenta de la fundación Divina Misericordia. Desde ese momento se realizó un trabajo colaborativo para buscar a niños y niñas en situación de vulnerabilidad, y así encontraron a Cristina.
Como un gran rompecabezas inició el desafío para que ella pueda ir a la escuela: ya no solo sería el sueño de Ceferina que su hija pueda aprender muchas cosas para tener un mejor futuro, sino representaba un logro de toda la comunidad que las barreras con las que se encontraba esta familia fueran derribadas de a poco.
María Alderete, facilitadora del proyecto, contó que en esas primeras visitas a Ceferina le parecía imposible que su hija pueda algún día recibir educación formal. “Esto les cambió la vida. Es muy importante lo que estamos haciendo, articular entre distintos sectores para garantizar derechos, es dar esperanza a los niños y niñas”, aseguró.
Una vez que desde el proyecto se apoyó la matriculación y los requisitos necesarios para el inicio de clases, la directora de la escuela, Olga Servín, le entregó a Cristina el uniforme y todos se predispusieron a colaborar para recibirla con mucho cariño.
Durante el trayecto diario que realiza con su mamá para llegar hasta la escuela, Cristina observa a los pajaritos y árboles. Unos 800 metros de distancia separan su casa de la escuela. Juntas van pasando por caminos de tierra, empedrado y asfalto, pero nada es impedimento para ellas ya que Cristina no quiere faltar a clases, sobre todo porque aprende de diversas maneras con ayuda de su profe Elizabeth Pereira, que cuenta con experiencia y herramientas de educación inclusiva. Utilizar la computadora donada por el proyecto y los libros de textos digitales y accesibles facilitan el aprendizaje y la participación de Cristina. Escuchar cuentos, hacer ejercicios de motricidad, además de disfrutar de las músicas con sus compañeros son los instantes favoritos del día.
“Al principio tenía miedo de llevarle a la escuela porque no sabía si le iban a atender bien, luego me animé y le llevé. Me quedaba con ella dos o tres horas. Luego vi que estaba contenta y me animé a dejarle con la profesora, ya me sentía tranquila porque la atienden demasiado bien”, aseguró la mamá de Cristina. “Ella se siente muy bien y feliz desde que va a la escuela. Tiene los mismos derechos que otros niños”, agregó-
En ese tiempo, la profesora Elizabeth, encargada de acompañar el proceso de inserción y permanencia de Cristina en la escuela, realizó actividades de inducción a los demás alumnos y alumnas y a sus padres y madres, de modo a que la inclusión y accesibilidad sea una realidad.
“¡Vamos a la escuela! pudo incorporarle a Cristina a la sociedad, porque ella nunca tuvo contacto con otros niños y niñas. La interacción de Cristinita no solo es conmigo sino también con sus pares. Es admirable ya que ella se expresa y se hace entender respecto a lo que está precisando en ese momento y sus compañeros la ayudan con respeto y empatía”, comentó.
Para lograr esto, destacó el rol del docente: “Somos los que podemos cambiar por completo a ese niño o niña que nos necesita. Muchas veces no se aprenderán las materias esenciales, pero nunca se olvidarán del docente que estuvo dispuesto en dar el sí y tomarlo como un desafío de aprendizaje. Para generar un cambio en la educación empezamos desde el lugar donde el Señor nos pone. Ese granito de arena puede construir una montaña y Cristinita logró enseñarnos a ver a todos con una mirada diferente, de amor, aceptación y a erradicar esa mirada indiferente que la sociedad está acostumbrada a brindar”, finalizó.
Esta nota fue producida por Nadia Villalba (Unicef Paraguay)